Por qué lo llaman amor cuando quiere decir frenesí

"EL LIBRO DEL SEXO" OSHO


La enfermedad proviene de afuera, y por tanto, puede ser definida; la salud proviene de nuestro interior, por lo tanto no puede ser definida. Se resiste a la definición. Sólo podemos decir que la salud es la ausencia de enfermedad. Y la verdad es que no es necesario crear la salud. O bien se halla oculta por la enfermedad o aparece si la enfermedad desaparece, si se retira o es expulsada. La salud se encuentra en nuestro interior; la salud es nuestra naturaleza.
El amor se halla en nuestro interior. El amor es nuestra naturaleza intrínseca. Es un completo error pedirle al hombre que dé amor. El problema no consiste en crear amor, sino en indagar y descubrir los motivos por los cuales no logra manifestarse. ¿Cuál es el obstáculo, la dificultad? ¿Dónde está el dique que lo refrena?
¿Has visto alguna vez a un río en un cruce de caminos, soli-citándole a un policía las indicaciones para llegar al océano? Por muy lejos que el mar se encuentre, por oculto que esté, es seguro que el río hallará el camino. Eso es inevitable. Tiene el impulso interno. No tiene ninguna guía, pero es totalmente seguro que llegará a su destino. Socavará las montañas, cruzará las llanuras y atravesará el campo en su deseo de alcanzar el océano. Un deseo insaciable, una impresionante energía se aloja en lo más profundo de su corazón.
Un río supera, atraviesa las barreras naturales -que en realidad no constituyen un verdadero obstáculo para él- pero si el hombre crea barreras, si ingenieros humanos construyen diques que lo obstaculicen, es posible que el río nunca llegue al océano. Uno debiera tener presente la obvia diferencia en esta situación. El hombre, la inteligencia suprema de la creación, puede impedir, si así lo decide, que el río llegue al mar.
En la naturaleza existe una unidad fundamental, una armonía. Las obstrucciones, los aparentes obstáculos que se ven en la naturaleza, son desafíos para despertar la energía: cumplen la función de toques de clarinete que despiertan aquello que se halla latente en el interior. No existe desarmonía en la naturaleza.
Cuando sembramos una semilla, parece ser que la capa de tierra que se halla sobre la semilla la está presionando, le está impidiendo crecer. Es así como parece ser; pero en realidad, esa capa de tierra no constituye una obstrucción. Sin esa capa, la semilla no puede germinar: la tierra presiona a la semilla a fin de ablandarla, desintegrarla y transformarla en un árbol joven. Aparentemente, la tierra está sofocando a la semilla, pero la tierra sólo está realizando la labor de un amigo. Esta es una operación clínica. Si una semilla no se transforma en una planta pensamos que la tierra puede no ser la apropiada o que la semilla no ha tenido suficiente agua o suficiente luz solar. No culpamos a la semilla. Sin embargo, si no se producen flores en la vida del hombre, afirmamos que el hombre es el responsable de ello.
La naturaleza es una armonía rítmica, pero la artificialidad que el hombre ha impuesto sobre ella, la ingeniería que ha llevado a cabo sobre ella, el conocimiento mecánico que ha arrojado a la corriente de la vida, han creado obstrucciones en muchos lugares.
Quiero atraer tu atención hacia el hecho de que los principales obstáculos han sido construidos por el hombre, creados por él mismo; ¿Cuáles son estas imposiciones hechas por el hombre?
En primer lugar, la obstrucción más obvia ha sido la oposición al sexo, a la pasión. Esta prohibición ha destruido la posibilidad de que el amor nazca en el hombre.
Y la pura verdad es que el sexo es el punto de partida del amor. El amor es la transformación de la energía sexual. El amor florece de la semilla del sexo.
Si ves un trozo de carbón, no se te ocurriría pensar que ese carbón, si es transformado, se convertirá en diamante. Los elementos presentes en el carbón son los mismos que en el diamante. En esencia, no existe diferencia fundamental entre los dos.
¿No te has dado cuenta de que la mente es atraída, es hipnotizada por aquello que intenta eludir? La gente que enseñó al hombre a estar en contra del sexo es totalmente responsable del hecho de que la mente humana esté llena de sexo. ¿Por qué hay una fotografía de una mujer semidesnuda en todas las portadas de las revistas? ¿Cómo es que todas las películas hechas por el hombre se desarrollan en torno a la lujuria y la pasión? Un visitante extraterrestre se preguntaría porqué el hombre no piensa en nada más que en el sexo. Se hallaría doblemente confundido si se encontrara con un hombre y hablara con él, pues éste se esforzaría mucho por darle la impresión de que no tiene nada que ver con la existencia del sexo. El hombre hablaría acerca de Dios, del paraíso, de la liberación,... No diría una palabra acerca del sexo, aun cuando todo su ser se hallara repleto de ideas respecto al sexo. El extraterrestre se quedaría estupefacto al darse cuenta de que el hombre ha inventado innumerables artificios para satisfacer ese deseo sobre el cual no menciona una palabra.

La religión orientada hacia la muerte ha llenado de sexo la mente del hombre.

La primera etapa para liberar al mundo de la sexualidad es permitirles a los niños permanecer desnudos el mayor tiempo posible en sus hogares. Es recomendable permitir a los niños -niños y niñas - jugar desnudos, tanto como les sea factible, de modo que se familiaricen muy bien con el cuerpo del otro. El sexo es natural, pero la sexualidad es el producto de las enseñanzas que hemos recibido en contra del sexo. El sexo es la energía más vital del hombre y debiera guiarlo hacia su alma. Conocerlo, aceptarlo y amarlo de verdad conlleva liberarse de él.

Desaparece la dependencia y la necesidad en una experiencia extraordinaria.

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