Celda 211: entre prehistóricas paredes.

Me habían dicho que era dura, y me resistía un poco a verla. Pero sólo un poco, que aparecieran Luis Tosar y Marta Etura me tentaba demasiaO. Así que al final la vi anoche, creo que es la primera vez que veo una película dos veces el mismo día. Primero la vi sola, y aluciné tanto que quise compartir unas horas más tarde la experiencia.
Todo aparece tocado por una varita mágica, desde la megactuación de Tosar hasta la mugrienta figura de Apache Bardem, superando en repugnante credibilidad hasta a aquel Anton que una vez fue su hermano. Todos los secundarios, recreación y, sobre todo, un ritmo que la convierte en obra maestra: al final uno no sabe cómo ha sucedido tanto y tan rápido sin haber sentido algún tipo de ligereza.
A Resines por primera vez lo observaba sin acordarme ni en una sola ocasión de Los Serrano, y a Manuel Morón, que lo había visto siempre en su gracioso perfil de mongaina, aquí me pareció un espectáculo de hombre.

Y si hablamos de contenido no acabamos, la escena donde la pared de la celda aparece customizada por el dolor del Morao es terriblemente grande. Muros de prehistoria con los que demasiadas personas se sentirán homenajeadas, aliviadas, merecedoras de una última bocanada de visibilidad.
Si alguna película puede provocar la mayor Rebelión carcelaria, desde luego es ésta. Hace todo lo que puede.

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