Belleza

Nos hemos empe帽ado en identificar la belleza como fuente de excitaci贸n, hemos creado reglas virulentas que nos obligan a sufrir si no somos capaces de despertar institos carn铆voros en el otro.
La belleza no explota por ning煤n lado, es una emoci贸n que te recoge, que te aisla durante esos instantes en los que te conviertes en un incapacitado para conectar el lenguaje humano con lo hallado repentinamente. En la verdadera belleza no hay lugar para lo feo, no por sentido de justicia y rechazo, simplemente porque no lo reconoce, imposibilitando la exclusi贸n. Llega al coraz贸n aquello que todo lo abarca, la raz贸n y su neurosis comparativa se rinden ante lo inexplicable. El animal, como el ni帽o y otros seres de luz, se acerca a ese inocente estado con tanta constancia como inconsciencia. Nosotros somos esos testigos que se esfuerzan en romper lazos con todo lo que nos trasciende; afortunadamente, entre esos testigos, habitan algunos ejemplares inteligentes, empe帽ados en proteger lo m谩s bello del mundo. 

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