El club mágico de las pequeñas cosas

El club mágico de las pequeñas cosas está lleno de grandes secretos.
El club mágico de las pequeñas cosas hace feliz a todo el mundo, pero a nadie se le enseña.

Un día fue decisivo que la importancia recayera en sellar mentalmente datos, fechas, teorías y suposiciones-inamovibles.
Y durante siglos, todo el mundo repitió idéntico esquema.

El cosmos de las pequeñas cosas observa un mundo que desea todo lo grande que deseó y consiguió el otro. Así logra la mayoría saber lo que quiere, imitando al vecino o esforzándose por demostrar que es completamente diferente. Sintiéndose frustrado si él no ha forzado una familia como el otro, si no tiene esposa domesticada o ese coche indomable. A veces las comparaciones no son tan básicas, y al parecer más elaboradas parecen más interesantes. De lo mismo trata.

No entendemos que en el club mágico de las pequeñas cosas está todo lo que te hace vivir de forma única, mientras permite sobrevivir físicamente, a ti y a todos los que deberían sobrevivir si las pequeñas cosas fueran lo que más nos importara.

Son los grandes logros por los que nos enseñaron a competir; y la violencia, desde el pupitre, es el regalo que más hacemos cuando la realidad no se ajusta a nuestros deseos, aquellos que los otros sí han cumplido.
Frustración, ansiedad, y obsesión por imitar a quienes hayan conseguido algo grande. A demasiados les basta con cualquier cosa, ya sea un gran charco de sangre que se publicita extraordinariamente bien en los medios.

Si bien temprano nos enseñaran la gracia de un grano de arena o una gota de agua en cada palma de nuestras manos, bastaría para aprender lo únicas que son cada mano, cada grano y cada gota.

Pero el club mágico de las pequeñas cosas siempre tuvo un marketing penoso. Reserva VIP para místicos, fracasados, inadaptados y faltos de ambición.
Vivir con lucidez el detalle no está reñido con la comodidad, la superación o incluso el lujo. Pues con frecuencia, quien más valora lo despreciado más intuición tuvo para alcanzar estables escaleras.

En el cosmos de lo aparentemente nimio la diversión está asegurada con pequeños y numerosos pedacitos que no se acaban nunca. Por eso puedes reírte tanto por dentro mientras los demás, bajo estricto horario, establecen una hora punta para sonreír por fuera y sin fuerza. 

Raquel Bermúdez G.
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