Adiós, Forges

Gracias, Forges, por poner humor a las paredes de nuestro salón desde hace 23 años. En aquellos años en los que publicabas en LECTURAS mi madre enmarcó tus viñetas y se las regaló a mi padre con una cariñosa dedicatoria.
Era una manera de decirle que la desastrosa relación que ellos mantenían podía ser vista bajo un divertidísimo prisma, el del ingenioso cachondeo y la capacidad para sacar punta a esa pesadilla en la que se convierte el 99% de los matrimonios.
Mis padres, Marina y Kike, eran, entre otros millones, una versión más de las creaciones que titulabas «ROSA & CARLOS».
Gracias al humor de mi madre conocí desde niña tus historias, gracias a lo que me reía con ellas relativizaba los capítulos surrealistas que ellos protagonizaban en lugar de autoflagelarme. El humor sigue al amor en el podium de la supervivencia.

Ya no hay más capítulos, ni tuyos ni de los nuestros. Mi padre se fue hace tres meses, con 69 años, por la misma enfermedad, de nuevo la misma historia en otra versión. Millones de historias como las nuestras, nadie como tú para hacerlas únicas.
Descansa en paz, Forgenius. 

Abraza de mi parte a mi padre, te aviso de que sus chistes son malos, del año de la pera; pero al menos corre el rumor de que por ahí arriba sigue haciendo lo mismo que hacía aquí abajo, invitar a potajes y cerveza a todo dios.


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